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Maestros con propósito: el alma viva de la educación

IKIGAI May 05, 2025

“Encuentros" de León Gieco

Olor a plastilina

“El maestro deja una huella para la eternidad; nunca puede decir cuando se detiene su influencia” (Henry Adams)


Maestros con propósito: el alma viva de la educación

Cada mañana, más de 2 millones de maestros en México se levantan con una intención clara: estar presentes para sus alumnos en los más de 251,000 centros escolares, llegar puntuales a las aulas —ya sea por la mañana o por la tarde— dispuestos a acompañar, guiar y enseñar. Sin embargo, más allá de los horarios y planes de clase, hay en muchos de ellos algo más profundo que los mueve: su propósito.

En un país donde muchas veces caemos en generalizaciones, hoy queremos detenernos en lo particular. Porque cada maestro es único e irrepetible, y detrás de cada uno hay una historia, una vocación, una entrega que merece ser reconocida.

Hablamos de aquellos maestros que no solo enseñan por cumplir con lo administrativo, lo técnico o lo curricular, sino que lo hacen con un sentido profundo de su profesión, con pasión, vocación y la misión de aportar a su comunidad. Esos maestros que han encontrado su Ikigai.

El valor de enseñar con el alma



Un maestro con propósito no entra al aula solo con libros o presentaciones: entra con el corazón dispuesto, la mente abierta y el alma encendida. La docente sabe que cada niña y cada niño importa, y que no está formando únicamente a los ciudadanos del futuro, sino a los ciudadanos del presente; niños que sienten, piensan, viven y necesitan adultos significativos que los miren, los escuchen, los impulsen y que sean sus referentes.

Son estos maestros los que dejan huella. Los que hacen de la educación una experiencia viva. Y muchas veces lo hacen en silencio, sin reflectores, pero con un impacto que dura toda la vida.

El motor invisible: el propósito o Ikigai



Tener un propósito claro —un Ikigai— no solo orienta la práctica docente: la transforma. Un maestro que sabe para qué enseña encuentra motivos incluso en medio de los desafíos: una escuela sin recursos, un grupo difícil, un contexto complicado. El propósito se convierte en brújula, en energía, en esperanza.

Y es que los maestros con propósito comparten cuatro valores que hacen la diferencia en el aula:

  • Empatía: no enseñan solo contenidos, enseñan a personas. Comprenden los contextos, las emociones y los desafíos de cada alumno. Enseñan para incluir, para pertenecer, para conectar.

  • Vocación de servicio: encuentran su mayor recompensa en el avance de sus estudiantes. El niño que aprende a leer, la niña que se atreve a levantar la mano, el joven que descubre su talento. Esa es su verdadera motivación.

  • Coherencia ética: saben que enseñar es también modelar. Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan. Un maestro con propósito enseña con el ejemplo: con respeto, responsabilidad y justicia.

  • Alegría de enseñar: aún en medio de lo difícil, disfrutan enseñar. Porque enseñar es crear, es compartir, es sorprenderse; es un acto profundamente humano que enciende la vida.
Educar para la vida

Hoy, en su labor, los maestros enfrentan circunstancias complejas. Pero más que nunca necesitamos que su Ikigai los impulse a seguir enseñando desde el respeto, la escucha y el compromiso con la dignidad humana.

Maestros que vean en cada alumno una persona completa, con derechos, emociones, ideas y potencial; para que sus alumnos se conozcan, se valoren, participen en su comunidad y, sobre todo, aprendan a convivir.

Honremos a quienes nos han enseñado desde el corazón

Seguro, si nos lees, también has tenido un maestro o maestra así. Alguien que dejó una huella profunda en tu vida. Que al vivir su Ikigai te mostró lo que significa enseñar con amor.

Este mes que celebramos a los maestros, no pierdas la oportunidad de agradecer. Escríbele, llámale, recuérdalo. Y si ya no está, honra su legado reconociendo a quienes hoy siguen enseñándote en la vida.

Para ustedes, nuestros maestros, un millón de gracias por un propósito tan especial.